La mayor parte de los indíos de la Nueva España vivían en pueblos o incluso en asentamientos menores, los llamados “sujetillos” o “estancias”. Por contra, los españoles habitaban generalmente en villas y ciudades. De aquí viene nuestra idea de que campesino e indígena eran conceptos casi sinónimos.
Sin embargo, algunas poblaciones de indios no eran pueblos o aldeas, sino que tenían título de ciudad. Esto fue así porque la Corona española encontró inevitable o conveniente reconocer la primacía que tenían los lugares que habían sido capitales de los llamados “reinos” nativos. También sucedió que los indios adoptaron desde fechas muy tempranas, como en su momento observó Charles Gibson, las ideas españolas sobre las jerarquías urbanas. Como consecuencia, comenzaron a presentar informaciones de méritos para solicitar y obtener el título de ciudad, como ocurrió con Huejotzingo (1533), Tlaxcala (1535), Tzintzuntzan (1534 y 1593), Cholula (1535), Texcoco (1543) y Xochimilco (1559). Podría aquí también incluirse a Mexico Tenochtitlan y a Pátzcuaro, aunque ambas desde sus inicios fueron ciudades mixtas, de españoles e indios.
El asunto tenía su importancia, porque las ciudades tenían derechos y privilegios particulares, como la posibilidad de contar con “propios” o ejidos, un ayuntamiento con regidores (entre seis y doce, según su jerarquía), alcaldes ordinarios y alguaciles, cárcel, alhóndiga para el acopio de maíz, su propio mercado y un “rollo” o picota de justicia. También disfrutaban del derecho de celebrar de manera independiente las festividades tanto religiosas (la de Corpus, notablemente) como civiles (por ejemplo, las proclamaciones de la coronación de nuevos monarcas) y podían gozar de ciertos beneficios más concretos, como la exención de servicios personales obligatorios. Por estas razones, los cabildos indígenas siempre ambicionaron y defendieron empeñosamente los privilegios anexos al título de ciudad.
La historiografía mexicana ha dedicado mucha atención a los pueblos de indios. En contraste, con algunas excepciones (como Tlaxcala y Pátzcuaro) nos hemos ocupado de las ciudades nativas sólo de manera parcial o incidental. Es un tema de gran interés, que aun resta por ser debidamente explorado, tanto en lo particular como desde una perspectiva comparativa.
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Actualización: de la inquietud expresada en esta nota se derivó el libro colectivo Los indios y las ciudades de Nueva España, disponible en línea.
OpenEdition le sugiere que cite este post de la siguiente manera:
Felipe Castro Gutiérrez (27 de noviembre de 2008). Ciudades de indios en la Nueva España. Peregrinaciones en el pasado. Recuperado 10 de febrero de 2025 de https://doi.org/10.58079/oppf
¿Qué actividades económicas NO ERAN tan perjudiciales para los indígenas durante el virreinato?
Desde luego, el trabajo en las milpas (huertas familiares) para la propia subsistencia y producir algunos excedentes comercializables era una actividad económica realizada con gusto, y para el propio beneficio. Es más fácil decir cuál era la más detestada: el servicio personal obligatorio, sobre todo en las minas. No era tan pesado como la “mita” peruana: abarcaba solamente el 4% de los hombres y duraba una semana. Pero implicaba trasladarse fuera del pueblo, a veces largas distancias, la labor era dura y a veces había abusos.
¿Qué actividades económicas NO ERAN tan perjudiciales para los indígenas durante el virreinato?
Desde luego, el trabajo en las milpas (huertas familiares) para la propia subsistencia y producir algunos excedentes comercializables era una actividad económica realizada con gusto, y para el propio beneficio. Es más fácil decir cuál era la más detestada: el servicio personal obligatorio, sobre todo en las minas. No era tan pesado como la “mita” peruana: abarcaba solamente el 4% de los hombres y duraba una semana. Pero implicaba trasladarse fuera del pueblo, a veces largas distancias, la labor era dura y a veces había abusos.
Buenas tardes. Le escribo desde Coatepec, Ver. con la intención de felicitarle por este, su blog, que recién he descubierto. Una investigación sobre las categorías de los asentamientos humanos en México me han traído hasta aquí y me asombro con la cantidad de entradas que usted ha elaborado de muy variadas temáticas históricas. Procuraré leerlas todas con la alegría de ignorar menos en estos asuntos que tanto me fascinan. Mis afectuosos saludos.
Buenas tardes. Le escribo desde Coatepec, Ver. con la intención de felicitarle por este, su blog, que recién he descubierto. Una investigación sobre las categorías de los asentamientos humanos en México me han traído hasta aquí y me asombro con la cantidad de entradas que usted ha elaborado de muy variadas temáticas históricas. Procuraré leerlas todas con la alegría de ignorar menos en estos asuntos que tanto me fascinan. Mis afectuosos saludos.
Quisiera investigar sobre las prerrogativas de que gozaba un ciudad por obtener el titulo de Ciudad, como en el caso de Tehuacan de 1660.
Estimado señor: En forma breve, los privilegios de las ciudades son los que se citan en este artículo. Cabe advertir que había una gran variedad, que dependía de la capacidad de los ayuntamientos para gestionar mercedes del monarca.
Era común era que las nuevas ciudades procuraran se les adjudicaran los privilegios que tenía alguna más antigua y prestigiosa, como la capital virreinal.
Sobre el tema, Francisco de Solano ha escrito y compilado varias obras que pueden serle de utilidad. También, desde luego, hay varios destacados historiadores poblanos con quienes podría acudir.
El título de la “ciudad de indios” de Tehuacán me ha llamado la atención por varios aspectos bastante inusuales; por lo pronto, no podría decirle más.
Atentamente
FC
Quisiera investigar sobre las prerrogativas de que gozaba un ciudad por obtener el titulo de Ciudad, como en el caso de Tehuacan de 1660.
Estimado señor: En forma breve, los privilegios de las ciudades son los que se citan en este artículo. Cabe advertir que había una gran variedad, que dependía de la capacidad de los ayuntamientos para gestionar mercedes del monarca.
Era común era que las nuevas ciudades procuraran se les adjudicaran los privilegios que tenía alguna más antigua y prestigiosa, como la capital virreinal.
Sobre el tema, Francisco de Solano ha escrito y compilado varias obras que pueden serle de utilidad. También, desde luego, hay varios destacados historiadores poblanos con quienes podría acudir.
El título de la “ciudad de indios” de Tehuacán me ha llamado la atención por varios aspectos bastante inusuales; por lo pronto, no podría decirle más.
Atentamente
FC
Tehuacán, Puebla, fue otra ciudad de indios porque sus pobladores de ese origen compraron el título en 1660
Tehuacán, Puebla, fue otra ciudad de indios porque sus pobladores de ese origen compraron el título en 1660
Gracias, me parece interesante tu artículo, esta publicado en algun lado o como lo puedo citar? Al respecto quiero preguntarte por que Tzintzuntzan tuvo el nombramiento de ciudad en dos momentos diferentes, o el segundo solo fue confirmacion del primero? Tambien tengo duda si este segundo nombramiento tuvo relacion con la congregacion de alguno barrios de Tzintzuntzan, que al parecer finalmente se integraron a esta cabecera a finales del siglo XVI o incios del XVII.
Gracias, me parece interesante tu artículo, esta publicado en algun lado o como lo puedo citar? Al respecto quiero preguntarte por que Tzintzuntzan tuvo el nombramiento de ciudad en dos momentos diferentes, o el segundo solo fue confirmacion del primero? Tambien tengo duda si este segundo nombramiento tuvo relacion con la congregacion de alguno barrios de Tzintzuntzan, que al parecer finalmente se integraron a esta cabecera a finales del siglo XVI o incios del XVII.
Se trata de un libro colectivo ya editado. Véase aquí
El caso de Tzintzuntzan es interesante, porque efectivamente Vasco de Quiroga consiguió para ella el título de “ciudad de Michoacan” en 1534. Sin embargo, cuando el obispo trasladó su sede a Pátzcuaro, se llevó consigo el ayuntamiento español, el cabildo indígena y el título de ciudad. Los nobles indios de Tzintzuntzan trataron de evitar la pérdida de sus privilegios, pero a la larga vieron el caso perdido y optaron por tramitar un nuevo título de ciudad, que obtuvieron en 1593.
La congregación es posterior; el mandamiento es de 1595. No parece haber afectado más que a algunos asentamientos menores, como Santo Tomás la Palma, San Lorenzo, San Juan, Santo Thomas Apupato y Santiago. Se habla de ellos como “tecos” o “mexicanos tecos”, y al parecer habían estado asentados entre Chapultepec e Ihuatzio. La mayor parte de estas tierras acabó formando parte de la hacienda de Sanabria. Entre 1711 y 1716 los de Tzintzuntzan trataron de recuperar estas propiedades (a las que en realidad tenían derecho, según las leyes) pero no consigueron nada.
Herrejón se ocupó del tema de las múltiples “ciudades de Michoacán”; sobre las congregaciones, ver mi libro “Movimientos populares en la Nueva España; Michoacán, 176-1767” y también “Los tarascos y el Imperio español”.
Me interesa mucho saber sobre la historia de Tzintzuntzan, en particular sobre el papel que tuvieron los franciscanos en el lugar y en los pueblos adoctrinados, incluso la importancia que tuvo el convento en la provincia. ¿Tiene usted alguna informacion al respecto? gracias!!
Hay varias alusiones a Tzintzuntzan y su convento en Kubler, “Aquitectura mexicana del siglo XVI” y en Warren, “La conquista de Michoacán”. Asimismo hay un interesante artículo de Verónica Hernández sobre el reúso en el convento de materiales de la “yácata” http://www.analesiie.unam.mx/pdf/89_197-212.pdf y un buen resumen de la historia temprana del edificio, de Martínez Aguilar, http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/948/94814775003.pdf Seguramente en las bibliotecas y librerías michoacanas puede encontrarse mucho más material.
Me interesa mucho saber sobre la historia de Tzintzuntzan, en particular sobre el papel que tuvieron los franciscanos en el lugar y en los pueblos adoctrinados, incluso la importancia que tuvo el convento en la provincia. ¿Tiene usted alguna informacion al respecto? gracias!!
Hay varias alusiones a Tzintzuntzan y su convento en Kubler, “Aquitectura mexicana del siglo XVI” y en Warren, “La conquista de Michoacán”. Asimismo hay un interesante artículo de Verónica Hernández sobre el reúso en el convento de materiales de la “yácata” http://www.analesiie.unam.mx/pdf/89_197-212.pdf y un buen resumen de la historia temprana del edificio, de Martínez Aguilar, http://redalyc.uaemex.mx/redalyc/pdf/948/94814775003.pdf Seguramente en las bibliotecas y librerías michoacanas puede encontrarse mucho más material.